Para tan galante caballero
En una noche lluviosa, las quejas de una entristecida moza cortesana acoplaban con el llorar del cielo.
–Más muerta que viva Le maldigo por haberse acogido y del invierno protegido, evitando muerte merecida, bajo los pliegues de mi vestido.
Respondió, entonces, él, sin saber siquiera el porqué de su desesperada petición:
–Perdóneme, buena mujer, si acaso yo le he ofendido y no se lleve consigo rencores ni deje de su parte tan oscuras intensiones.
–Aun así le maldigo, oportunista de vestido honorable
y de nombre inmanchable, cobarde y a partir de hoy, gracias a mí, tan maldito como galante.
Juan Pablo Guzmán, colombiano